Los aparatos inteligentes nos pueden volver tontos

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  • 24 jun 2013
  • José Almonacid Rojas
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  • Durante mucho tiempo, los escritores se han instalado en lugares de retiro de los bosques para aislarse del mundo exterior y concentrarse en la página en blanco, pero cada vez es más difícil mantenerse alejado del mundo conectado. Algunos de esos retiros permiten acceso inalámbrico a estudios de escritura, mientras que otros, como Yaddo y MacDowell, limitan la posibilidad de navegar por la Red a sus bibliotecas.

    "A veces, la gente se sorprende de su propia reacción" al desconectar, explica a The New York Times David Macy, director de MacDowell. "Incluso existe una denominación médica para ello, o puede que sea el nombre que le dio (el periódico satírico) The Onion: "Ansiedad provocada por no estar en una zona con conexión inalámbrica".

    Algunos autores han instalado programas como Freedom y SelfControl para intentar limitar la navegación por Internet. El novelista estadounidense Jonathan Franzen extrajo la tarjeta inalámbrica del ordenador y cortó el cable Ethernet para convertirlo en una máquina de escribir sin acceso a Internet, informa The Times. El intento de minimizar las distracciones entraña algo más que nobleza. Las interrupciones nos idiotizan, según una investigación del Laboratorio de Interacción entre Humanos y Ordenadores de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, Pensilvania.

    Los investigadores se propusieron calcular la potencia cerebral que se pierde cuando alguien es interrumpido, ya sea por una llamada telefónica o un correo electrónico, según explican sus autores, Bob Sullivan y Hugh Thompson, en The Times. Cuando se avisaba a los sujetos de que se produciría una distracción y eran interrumpidos en el transcurso de una prueba, obtenían unos resultados mucho peores que los de quienes trabajaban sin molestias. El grupo distraído-interrumpido respondió correctamente con una frecuencia un 20% inferior al grupo que no sufrió interrupciones.

    Cómo controlar un teléfono móvil y al mismo tiempo caminar sin tropezar es algo que Google esperaba resolver al crear Glass. Otras empresas también están facilitando el uso del teléfono durante la realización de otras actividades, según comentan los psicólogos Daniel J. Simons y Christopher F. Chabris en The Times. En abril, Chevrolet hizo pública su "integración sin ojos ni manos" con Siri, la interfaz de control de voz para iPhone.

    Pero el cerebro funciona de otro modo. "El problema es que mirar y ver no es lo mismo", escriben Simons y Chabris, "y la gente hace suposiciones erróneas sobre lo que creen que le va a llamar la atención". Algunos experimentos han demostrado que no nos percatamos de cosas tan obvias como una persona disfrazada de gorila cuando se desvía nuestra atención. "Los investigadores, que utilizaron dispositivos de seguimiento visual, descubrieron que la gente puede pasar por alto el traje de gorila aunque lo esté mirando fijamente", explican Simons y Chabris. "Este fenómeno de la 'ceguera por desinterés' demuestra que lo que vemos no solo depende de dónde miremos, sino también de cómo centremos nuestra atención".

    Pocos escritores renunciarían a las capacidades de investigación que ofrece Internet. Pero la nueva tecnología está evolucionando con más rapidez que nuestra habilidad para manejarla. "Puede que Google Glass permita a los usuarios hacer cosas increíbles", señalan Simons y Chabris, "pero no elimina los límites de la capacidad humana para prestar atención".

    FUENTE: El País Digital

    El hormigón romano era mejor que el actual (y menos contaminante)

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  • 7 jun 2013
  • José Almonacid Rojas
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  • Los restos de un antiguo dique romano sumergido en el mar Mediterráneo, en la bahía de Pozzuoli, cerca de Nápoles, han proporcionado al equipo científico de la Universidad de Berkeley liderado por el profesor Paulo Monteiro las muestras que han permitido a los investigadores analizar, por primera vez, la composición del hormigón que usaba la extinta civilización en sus construcciones, un material que han comparado con el actual para extraer conclusiones significativas.

    La primera, que se trataba de una mezcla mucho más resistente, con altas condiciones para durar en el tiempo. Además, la forma en que los romanos fabricaban su hormigón es mucho más ecológica que los procesos mediante los cuales se fabrica en la actualidad el material, cuya base principal es el cemento Portland. Más allá de la curiosidad histórica del hallazgo, la investigación supone un avance notable. La aplicación real del estudio podría mejorar de forma significativa la calidad de uno de los materiales de construcción por excelencia en la actualidad, y no sólo en términos de su composición sino también en el ámbito ecológico. Según los datos ofrecidos por los científicos en el comunicado mediante la que han difundido su investigación, el 7% de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera provienen de la fabricación de este tipo de cemento.

    UNA COMPOSICIÓN PERFECTA

    El problema del cemento Portland, según los investigadores, es que en su proceso de fabricación se libera una gran cantidad de dióxido de carbono al calentarse, a más de 1.400 grados centígrados -a través de la quema de combustibles fósiles en la mayoría de los casos, aunque las organizaciones ecologistas tratan de evitarlo- uno de los principales componentes químicos de la mezcla, el carbonato de calcio.

    Las principales diferencias del hormigón romano, en cuanto se refiere al proceso de combustión, es que su mezcla incluye una cantidad menor de cal y requiere una menor cantidad de combustible, además a una temperatura también inferior, rondando los 900 grados centígrados. En lo referente a la mezcla, su ingrediente estrella -no secreto-, que ya se utiliza hoy en día, aunque hasta ahora no se había podido conocer su comportamiento a largo plazo, como en las estructuras romanas, son las rocas y cenizas volcánicas, cuyos resultados en las obras de ingeniería en contacto con el agua marina han sorprendido a los investigadores. De hecho, ésa es la parte más relevante de su estudio: la reacción química del hormigón romano en contacto con el mar crea una estructura de enlaces de una gran resistencia.

    En ese sentido, los científicos han destacado que las construcciones modernas basadas en hormigón comienzan a dar señales de desgaste a partir de los 50 años, y que están concebidas para durar alrededor de un siglo y medio, un periodo que resulta ridículo en comparación con algunas obras de ingeniería levantadas durante el Imperio Romano, que han resistido miles de años de agresiones químicas, en entornos "tan agresivos como los marinos", ha explicado la profesora Marie Jackson, parte integrante de la investigación.

    PUZOLANA, EL SUSTITUTO DEL CEMENTO PORTLAND

    Históricamente, se considera a Marcus Vitruvius Pollio, autor del tratado sobre arquitectura De architectura libri decem, como el padre del hormigón sobre el que se construyó el Imperio Romano. Las obras de ingeniería civil de la civilización que dominó Occidente han trascendido la historia, convirtiéndose en ejemplo de admiración para las generaciones posteriores. El hormigón también forma parte de esa leyenda dorada. "Se trata de uno de los materiales de construcción más duraderos, y no nació por accidente. El transporte era básico para la estabilidad política, económica y militar para el Imperio Romano, por lo que la construcción de puertos duraderos era fundamental", añade la profesora Jackson. En las recetas del propio Vitruvius, y también de Plinio el Viejo, para fabricar el mejor hormigón, existen referencias a las cenizas volcánicas abundantes en la región del golfo de Nápoles, cerca de la localidad de Pozzuoli. El hecho de que no se trata de un componente misterioso lo demuestra que se está utilizando en algunas mezclas actuales, en sustitución parcial del cemento Portland.

    El problema es que las cenizas volcánicas no abundan en el planeta, por lo que la vía romana no sería efectiva, simplemente por la escasez de la materia prima, para sustituir la exigente, en términos cuantitativos producción actual de cemento Portland. No obstante, los científicos han comprobado que el mineral de nombre puzolana, en este caso muy abundante en el mundo, posee propiedades similares a las cenizas volcánicas. Según las estimaciones de los investigadores, su utilización en los procesos de fabricación del hormigón podría cubrir el 40% de la demanda de cemento Portland en el mundo. No es casualidad que la principal fuente de financiación de esta investigación proceda de Arabia Saudita, donde existen grandes excedente de puzolana.

    FUENTE: El Confidencial

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