Frente a la innegable crisis climática y las falsas soluciones levantadas por instancias coaptadas por el sector empresarial transnacional apoyado por los Estados, durante la semana del 23 de septiembre, el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina junto a War on Want y Mining Watch Canada realizarán una serie de actividades con el fin de generar propuestas alternativas.
En este encuentro, en el que participarán personas de distintos países de la región, se caracterizará el escenario internacional del extractivismo minero y su relación con el cambio climático y sus efectos, los conflictos socioambientales y por supuesto la construcción de articulaciones y estrategias comunitarias sociales e indígenas para una transición energética justa y post-extractivista.
Históricamente la minería, al igual que otros extractivismo como la obtención de hidrocarburos, es una de las actividades más contaminantes y contribuyentes al cambio climático, sin embargo esta estrecha y directa relación no siempre es evidente y a menudo se invisibiliza.
La extracción minera así como los subsiguientes procesos de fundiciones metalúrgicas demandan grandes cantidades de combustibles fósiles, además de la contaminación inherente de estos procesos debido a la liberación de los gases con efecto invernadero. A ésto se suman las emisiones relacionadas al transporte de materias primas y los cambios climáticos locales en territorios de extracción, entre otras cosas, por el consumo intenso de agua que requiere la industria minera y la deforestación que frecuentemente antecede la instalación de proyectos mineros.
Aún así la gran minería, e incluso la expansión de la frontera extractivista minera, pretende posicionarse como parte de la solución a la crisis climática en el marco de las soluciones promovidas a nivel internacional basadas en nuevas tecnologías y no en un cambio profundo del patrón global de producción y consumo.
A fines de este año en Chile se realizará el 41° encuentro anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) seguido por la 25 Conferencia de las Partes de Naciones Unidas (COP25). Estos espacios internacionales promueven soluciones a la crisis climática en base al capitalismo verde y una transición energética a través de la electromovilización, que requiere un alto nivel de “nuevos” minerales tales como el litio, el cobalto, las tierras raras, entre otros.
Esta reconversión a la electromovilidad ha agudizado aún más los conflictos socioambientales en los territorios donde son extraídos estos elementos y en donde ya existía una desregulada actividad minera. Las comunidades que ancestralmente las habitan son testigos de los perjuicios en sus quehaceres cotidianos y de sustento, así como en la biodiversidad y el equilibrio de los ecosistemas. Ésto en el marco de una advertida conflictividad socioambiental por la profundización del modelo extractivista minero.
Comunidades indígenas y campesinas latinoamericanas afectadas por la extracción minera han levantado procesos de reivindicación y lucha contra la gran minería, generando reflexiones y críticas en torno a los modelos de desarrollo promovidos por los Estados y generando experiencias de alternativas concretas a éstos. Las luchas comunitarias, frecuentemente criminalizadas, son la esperanza frente a los permanentes fracasos de los sistemas internacionales para frenar la depredación y la desgaste socio-ambiental.
Los procesos de conflicto se manifiestan cada vez más temprano y los de larga data y aparentemente desperfilados, pueden reactivarse poniendo en jaque la también aparente estabilidad institucional, empresarial y comunitaria. Aunque por otro lado, la dinamización de los conflictos por extracción de minerales es respondida con incremento de criminalización, represión y violencia por parte de gobiernos y empresas mineras.
Asimismo existen otros factores que acompañan la conflictividad socioambiental por minería como lo es la crisis hídrica, la afectación de páramos y cabeceras de cuenca, la destrucción de glaciares, el cambio climático y la pérdida de condiciones de vida y sustento para las comunidades locales.
Pero por más evidencias que se generan para criticar el extractivismo minero y más se demuestra que la actividad minera empobrece los pueblos, mayor es la insistencia de gobiernos de todas las corrientes para sostenerlo y profundizarlo.
Esta nueva fiebre de oro blanco se explica por el incremento de la demandada por parte de las potencias económicas e industrializadas para la fabricación de tecnologías debido a la excelente capacidad del litio de conducir calor y electricidad, condición necesaria para el almacenamiento de energía. El litio se ha utilizado tradicionalmente para la fabricación de vidrios, cerámicas, lubricantes, medicamentos psiquiátricos, grasas lubricantes, aire acondicionado, polímeros y metalurgia, entre otros. Sin embargo, producto del crecimiento exponencial de la industria electrónica de dispositivos portátiles energéticamente recargables, ha aumentado inusualmente la demanda internacional de litio en los últimos años por ser un mineral con excelentes propiedades para la fabricación de baterías recargables de celulares y computadores, pero principalmente para la fabricación de automóviles eléctricos o híbridos cuya producción experimenta un explosivo aumento.
En la actualidad el litio en salmueras, que constituye la forma más económica de obtención de este mineral, se explota principalmente en los salares altoandinos del Cono Sur. Esta zona denominada el Triángulo del Litio,perímetro tripartito entre Argentina, Chile y Bolivia, representa el mayor impacto socioambiental de la minería de este elemento, a diferencia de otros métodos de extracción, a causa del gasto indiscriminado de agua para la evaporación de salmueras y la producción de las faenas necesarias.
Pese a las especificidades en materia legislativa de cada país, la característica principal de la extracción de litio es la débil e insuficiente institucionalidad que no garantiza el cumplimiento de sus propias legislaciones ni el resguardo de los ecosistemas de los salares. De esta forma, la minería del litio como mineral estratégico para la transición hacia una matriz energética “verde” o “carbono cero” se desarrolla a costa de la devastación de los ecosistemas y de las vidas cotidianas de las comunidades originarias de la región altoandina, lo que evidentemente cuestiona la sustentabilidad de una matriz energética no fósil sustentada en el uso de litio para baterías.
CALENDARIO ACTIVIDADES DE LA SEMANA
24 – 25 | Taller: Litio Altoandino, Salares y Conflictividad Socioambiental
26 | Conversatorio: “Crisis Climática, Transición Energética y Extractivismo Minero en América Latina”
27 – 28 | Encuentro Regional: Crisis Climática, Transición Energética y Extractivismo Minero en América Latina
Más informaciones: comunicacionesolca@gmail.com
Fuente:http://olca.cl/articulo/nota.php?id=107661