¡Me robaron el auto!

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  • 15 abr 2012
  • José Almonacid Rojas
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  • Cien autos diarios se roban en promedio en Chile. Desde que se desató el fenómeno a fines del 2009, la cifra no para de subir. Este verano se registró un leve retroceso y todos esperan que la buena noticia se convierta al fin en una nueva tendencia. Mientras, sube el precio de los seguros, los importadores empiezan a traer vehículos con mayores protecciones y el gobierno anuncia nuevas medidas. Un delincuente tarda sólo 30 segundos en apropiarse de un coche ajeno.

    La cifra lo dice todo: cien autos diarios se roban en promedio en Chile. Por descuido, con violencia o mientras están estacionados. Al año, más de 34 mil vehículos son sustraídos. Su destino: desguazados para venderlos por piezas, ser clonados, “exportados” a Bolivia o para usarlos en robos de cajeros automáticos o alunizajes en tiendas.

    Hasta mediados de la década pasada el fenómeno era poco usual, pero al término de ese decenio, más precisamente en 2009, se transformó en un problema nacional de seguridad pública. En julio de ese año la tasa se aceleró, alcanzando las 2.694 unidades y desde entonces no baja de las 2.100 mensuales, según estadísticas del Servicio de Encargo y Búsqueda de Vehículos (SEBV) de Carabineros.

    Durante todo el 2011 en Chile se robaron 34.741 vehículos, pero en enero y febrero de este año comenzó a observarse una tendencia a la baja (ver gráfico) que tiene al gobierno y a los aseguradores esperanzados en que el problema deje de tener la cotidianeidad de hoy día, en que todo el mundo conoce a alguien a quien le sustrajeron el auto. “Los robos mensuales en 2012 ya están bajo el promedio del año 2011. Los efectos de las medidas tomadas ya se están percibiendo y debiéramos seguir viendo caídas a futuro”, anticipa el subsecretario de Prevención del Delito, Cristóbal Lira.

    Con un parque automotor de 3,7 millones de unidades, de las cuales 1,4 millón está asegurado, el robo de autos le cuesta al país al menos 100 millones de dólares anuales, estiman diversas fuentes consultadas. Sólo en 2011 la industria aseguradora debió asumir unos 65 millones de dólares en indemnizaciones por sustracciones, y si a eso se suman todas las pérdidas en que incurren las personas y el Estado en perseguir y repeler el delito, la cifras van creciendo.

    30 segundos para llevárselo

    Según informes policiales, un delincuente tarda unos 30 segundos en apropiarse de un vehículo. Hay bandas especializadas y muy bien organizadas, cada uno de cuyos integrantes tiene una misión específica: uno localiza el auto, otro lo roba y un tercero o un cuarto lo reduce.

    Pero también hay delincuentes solitarios o que trabajan a pedido. Cobran entre 500 mil y 1 millón de pesos por cada auto robado de un valor comercial entre 6 y 10 millones de pesos. Para otros modelos o encargos, el precio varía.

    “Antes la tasa de crecimiento era del 45% y ahora es del 10%. Se siguen robando los autos, pero con menos fuerza. Estamos frente a un ritmo más lento, como consecuencia de las medidas que se han ido adoptando en medio de un parque en pleno crecimiento y donde el número de autos asegurados también aumenta”, ratifica el presidente de la Asociación de Aseguradores, Fernando Cámbara.




    Todo, por los repuestos

    El principal móvil del delito es desarmar. En Chile circulan vehículos que son más valiosos por piezas que como una máquina funcionando como un todo. Y no se trata sólo de modelos antiguos, clásicos o descontinuados, como se podría pensar, sino que de autos nuevos, populares y totalmente vigentes.

    Ello se debe a que algunas marcas se despreocupan del abastecimiento de repuestos o, si los ofrecen, lo hacen a precios tan altos que incentivan al mercado negro como sustituto.

    Era lo que pasaba con los Toyota Yaris y Suzuki Swift. Hasta mediados de 2010 encabezaban el ranking de modelos más robados en Chile. Sus dueños eran principalmente jóvenes, que no podían –o sencillamente no querían– pagar repuestos genuinos muy caros y optaban por el mercado de las piezas robadas. Un antiguo liquidador de seguros agrega que el mismo problema se detectó a fines de los 90, cuando los ladrones se cebaron en los Chevrolet Corsa y los Daewoo, tras la salida de la marca coreana del mercado nacional.


    El clon

    La segunda causa de los robos es la clonación. Tanto la policía como los aseguradores han detectado que las bandas compran vehículos chocados en remates y luego sustraen uno similar para desarmarlo y cambiar las piezas dañadas del auto adquirido en el remate. Así, lo venden con la documentación del robado.

    Es un negocio redondo: compran chatarra a menos de 500 mil pesos, pagan entre 500 mil y un millón por uno similar robado y luego lo venden como si fuera el que chocó, pero en su valor comercial: casi siempre, sobre los 5 millones.

    Eso es lo que se llama clonación. Y según los policías es uno de los casos más complejos de perseguir. Cada día aparecen nuevas técnicas de blanqueo que hacen más difícil seguir el rastro de una máquina o pesquisar su pedigrí.

    El fiscal de Pudahuel, Pablo Alonso, sabe harto de eso. En sus manos están varias causas al respecto. Según su experiencia, los delincuentes aprovechan todas las ventanas legales o tecnológicas existentes para perpetrar el delito. “La falta de un sistema de información en línea entre municipios es una de esas”, dice. Explica que últimamente se ha detectado que los delincuentes escanean los timbres de municipios y notarías para después imprimirlos en láminas transparentes, a las que les ponen tintan encima y luego estampan en documentos también falsificados, pero de apariencia real. La falsificación es tan buena que a simple vista resulta indetectable.

    Entre los autos incautados por el Servicio de Encargo y Búsqueda de Vehículos de Carabineros hay varios de esos casos. Personas que compraron autos usados creyendo que los papeles estaban al día, pero en realidad eran falsos y terminaron pasando el susto de sus vidas y perdiendo su inversión.

    La industria y el gobierno están esperanzados en que a contar de agosto esto cambie. El 16 de ese mes comienza a regir una norma consensuada con las casas de remate para condicionar la transferencia de la propiedad de ciertos modelos hasta que éstos sean reparados.

    Además, los carabineros están empezando a hacer controles en ruta a algunos de los modelos más robados. En su inspección, los uniformados piden abrir el capó para revisar algunas partes del vehículo, como el número del chasis, para detectar si su identidad ha sido adulterada.







    Pena ridícula

    En los dos últimos meses, Carabineros ha detenido a varias bandas, como la de Juan Carlos Rodríguez y de Carlos Hinostroza, el llamado “zar de las desarmadurías”, que proveía a talleres y locales de la calle 10 de Julio de piezas de autos que desarmaba en su propia parcela de Buin.

    Pero según Manuel Carvallo, gerente general de la empresa de servicios legales para vehículos Legaltec, el gran problema de que el robo no amaine es que hoy toda persona que es detenida manejando un auto robado, o vendiendo piezas o con una banda de clonación, “es formalizada y condenada por el delito de receptación (o sea, yo no lo robé, me lo pasaron y resultó que era robado); ello tiene una pena ridícula, por lo cual un aspecto clave es encarecer el costo para el delincuente”, sostiene.

    En eso está un proyecto de ley que el año pasado presentó el diputado DC Matías Walter. La iniciativa busca modificar el Código Penal, para aumentar las penas por estos delitos.

    Además, los aseguradores, en conjunto con los importadores, acordaron una serie de medidas, como la inclusión de sistemas antirrobos en los autos nuevos o el marcado de algunas piezas interiores del vehículo (como se hacía con los espejos). En eso ha sido clave un decreto del ministerio de Transportes y Telecomunicaciones que obligó a las importadoras a ingresar a contar de mediados de este año sólo vehículos que traigan instalados de fábrica –como tecnología de seguridad– sistemas inmovilizadores.

    En las comunas de mayor prevalencia del delito, como Santiago, Providencia y Puente Alto, se iniciaron campañas de publicidad y con los malls, por ejemplo, se logró el acceso a las cámaras para detectar robos.

    El subsecretario Lira destaca la implementación del sistema de reconocimiento de patentes robadas en autopistas urbanas y una serie de sistemas que funcionan en conexión directa y actualizada a la base de encargos de Carabineros.

    Las aseguradoras además rompieron su desconfianza y empezaron a compartir información sobre sus asegurados. Ahora existe una base de datos unificada respecto del tema.

    Camino a Bolivia

    La tercera vía es la “exportación” a Bolivia. En ese país la compra de vehículos robados es una práctica usual, debido a los altos precios de los coches nuevos y a los numerosos controles y restricciones existentes.

    Los vehículos “chilenos” más solicitados allá son los 4x4 y las camionetas doble cabina, sobre todo, porque se considera a los todo-terreno chilenos como máquinas premium: la mayoría ha sido usada sólo como automóvil para uso particular en las calles de Santiago y jamás en los suelos o climas difíciles para los que fueron construidos.

    Es tan buena la fama de los “autos chilenos”, como los llaman allá, que se pagan mejor que los robados en Brasil o en Paraguay. Un liquidador que estuvo en Oruro en busca de algunas 4x4 cuenta que, como símbolo de estatus, algunos bolivianos jamás retiren la patente chilena y sobreponen la placa boliviana.

    El año pasado La Paz dictó una ley de saneamiento legal para los vehículos indocumentados que permitió nacionalizar y regularizar esos autos; pero finalmente, tras varias negociaciones, accedió a devolverlos. Hoy esas máquinas siguen en el país vecino a la espera de que se suelten una serie de trabas burocráticas.

    En algunas compañías de seguros admiten que la recuperación será sólo una señal. Ir a buscarlos a la frontera es por lejos mucho más caro que haberlos buscado y pagado ya los siniestros. Pero lo harán de todas maneras, para demostrar su intención de que esto no pueda seguir así.

    El cowboy de la Santa Fe

    La cuarta causa de robo es la sustracción para otros delitos. Los delincuentes se llevan un auto para usarlo en el traslado de drogas u otras especies, huir de la policía o usarlo como medio de fuerza para robar tiendas mediante alunizaje o llevarse un cajero automático.

    Es por eso que los modelos Santa Fe y Tucson de Hyundai son ahora los autos más robados. En sus amplios espacios interiores cabe perfectamente un dispensador de dinero y la fuerza de sus motores les permite desanclarlos rápidamente del suelo tras amarrarlo. Es el método conocido como el cowboy. Hace un año, el auto más robado para eso era el Toyota Rav4, pero gracias a las nuevas medidas de seguridad de esa marca disminuyó la demanda delictual.

    Se espera que con la próxima aprobación de la ley que tipifica el robo a cajeros automáticos y aumenta sus penas, la sustracción de vehículos para este delito disminuya. El proyecto ya fue aprobado por la Cámara de Diputados.

    Según algunos aseguradores, al fin las importadoras están entendiendo la importancia de que sus marcas no sean percibidas como objetos de robo. Sobre todo, ahora que los consumidores están experimentado en carne propia la exigencia de sistemas de seguridad por parte de las compañías de seguros o el alza de éstos. Hay firmas que, por ejemplo, exigen alguna medida antirrobo como condición básica para entregar alguna cobertura a determinados modelos. Mal que mal, son cien autos diarios los que se roban en promedio en Chile.

    Fuente: Capital

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