Un invento obtiene agua potable del aire

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  • 23 abr 2012
  • José Almonacid Rojas
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  • A medida que pasan los años, el problema del agua potable se agudiza. Las fuentes de agua potable no son infinitas, y el crecimiento de la población mundial incrementa la demanda de este líquido indispensable.

    La turbina WMS1000 de EoleWater es capaz de recolectar el agua que se encuentra en el aire gracias a un condensador de humedad que equivale a un intercambiador de calor de un metro de ancho por cinco kilómetros de largo. Es capaz de funcionar durante años, produciendo 1.000 litros de agua potable al día, sin peligro de agotar la fuente ni contaminar el ambiente.

    La idea de recolectar el agua que contiene el aire no es nueva. Todos sabemos que en la atmósfera se encuentra un porcentaje variable de agua en suspensión. Un joven francés, llamado Marc Parent, se encontraba trabajando en la isla caribeña de San Bartolomé en 1997, y desarrolló un sistema capaz de obtener agua potable a partir de la humedad que condensaba el aparato de aire acondicionado de su vivienda. Ese fue el primer paso en el desarrollo de un sistema que hoy día se encuentra protegido por una patente y que ha dado lugar a una próspera empresa llamada Eole Water. 

    Uno de sus últimos inventos es una turbina eólica, la WMS1000, que transforma la humedad del aire en agua potable a un ritmo de unos 1000 litros por día. Al ser impulsada por el viento no requiere de energía extra para funcionar ni contamina el ambiente. La turbina extrae el agua, la filtra y luego la remineraliza. La empresa, que tiene su sede en la pequeña localidad francesa de Sainte Tulle tiene planes de construir modelos capaces de producir entre 5.000 y 10.000 litros de agua potable diarios.

    La turbina, que además es capaz de producir 30kW de electricidad y soporta vientos de hasta 180 kilómetros por hora, utiliza parte de esa energía para hacer funcionar el condensador de agua, que como puedes imaginar es mucho más grande que el que posee un equipo de aire acondicionado hogareño. El condensador de este aparato equivale a uno de un metro de alto por cinco kilómetros de largo, tamaño que le permite producir la cantidad de agua potable mencionada. 

    El desarrollo de esta turbina comenzó en mayo de 2010 y costó unos 2.1 millones de euros. En ella trabajaron unos 30 ingenieros y el proyecto fue apoyado por empresa de la talla de Danfoss, Emerson, Siemens, Carel y Arcelor Mittal. Su rendimiento varía bastante de acuerdo a la zona en que se instale el dispostivo, produciendo solamente 350 litros de agua cuando se encuentra en una zona desértica con temperaturas de hasta 35 grados centígrados y humedad ambiente del 30%; o unos 1.800 litros diarios cuando es instalada en una zona costera con temperaturas de 30 grados y una humedad ambiente del 70%. En cualquier caso, se trata de una solución interesante para zonas en las que el agua potable es inaccesible, proporcionado además electricidad.

    FUENTE: ABC Periódico Electrónico S.A.

    ¡Me robaron el auto!

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  • 15 abr 2012
  • José Almonacid Rojas
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  • Cien autos diarios se roban en promedio en Chile. Desde que se desató el fenómeno a fines del 2009, la cifra no para de subir. Este verano se registró un leve retroceso y todos esperan que la buena noticia se convierta al fin en una nueva tendencia. Mientras, sube el precio de los seguros, los importadores empiezan a traer vehículos con mayores protecciones y el gobierno anuncia nuevas medidas. Un delincuente tarda sólo 30 segundos en apropiarse de un coche ajeno.

    La cifra lo dice todo: cien autos diarios se roban en promedio en Chile. Por descuido, con violencia o mientras están estacionados. Al año, más de 34 mil vehículos son sustraídos. Su destino: desguazados para venderlos por piezas, ser clonados, “exportados” a Bolivia o para usarlos en robos de cajeros automáticos o alunizajes en tiendas.

    Hasta mediados de la década pasada el fenómeno era poco usual, pero al término de ese decenio, más precisamente en 2009, se transformó en un problema nacional de seguridad pública. En julio de ese año la tasa se aceleró, alcanzando las 2.694 unidades y desde entonces no baja de las 2.100 mensuales, según estadísticas del Servicio de Encargo y Búsqueda de Vehículos (SEBV) de Carabineros.

    Durante todo el 2011 en Chile se robaron 34.741 vehículos, pero en enero y febrero de este año comenzó a observarse una tendencia a la baja (ver gráfico) que tiene al gobierno y a los aseguradores esperanzados en que el problema deje de tener la cotidianeidad de hoy día, en que todo el mundo conoce a alguien a quien le sustrajeron el auto. “Los robos mensuales en 2012 ya están bajo el promedio del año 2011. Los efectos de las medidas tomadas ya se están percibiendo y debiéramos seguir viendo caídas a futuro”, anticipa el subsecretario de Prevención del Delito, Cristóbal Lira.

    Con un parque automotor de 3,7 millones de unidades, de las cuales 1,4 millón está asegurado, el robo de autos le cuesta al país al menos 100 millones de dólares anuales, estiman diversas fuentes consultadas. Sólo en 2011 la industria aseguradora debió asumir unos 65 millones de dólares en indemnizaciones por sustracciones, y si a eso se suman todas las pérdidas en que incurren las personas y el Estado en perseguir y repeler el delito, la cifras van creciendo.

    30 segundos para llevárselo

    Según informes policiales, un delincuente tarda unos 30 segundos en apropiarse de un vehículo. Hay bandas especializadas y muy bien organizadas, cada uno de cuyos integrantes tiene una misión específica: uno localiza el auto, otro lo roba y un tercero o un cuarto lo reduce.

    Pero también hay delincuentes solitarios o que trabajan a pedido. Cobran entre 500 mil y 1 millón de pesos por cada auto robado de un valor comercial entre 6 y 10 millones de pesos. Para otros modelos o encargos, el precio varía.

    “Antes la tasa de crecimiento era del 45% y ahora es del 10%. Se siguen robando los autos, pero con menos fuerza. Estamos frente a un ritmo más lento, como consecuencia de las medidas que se han ido adoptando en medio de un parque en pleno crecimiento y donde el número de autos asegurados también aumenta”, ratifica el presidente de la Asociación de Aseguradores, Fernando Cámbara.




    Todo, por los repuestos

    El principal móvil del delito es desarmar. En Chile circulan vehículos que son más valiosos por piezas que como una máquina funcionando como un todo. Y no se trata sólo de modelos antiguos, clásicos o descontinuados, como se podría pensar, sino que de autos nuevos, populares y totalmente vigentes.

    Ello se debe a que algunas marcas se despreocupan del abastecimiento de repuestos o, si los ofrecen, lo hacen a precios tan altos que incentivan al mercado negro como sustituto.

    Era lo que pasaba con los Toyota Yaris y Suzuki Swift. Hasta mediados de 2010 encabezaban el ranking de modelos más robados en Chile. Sus dueños eran principalmente jóvenes, que no podían –o sencillamente no querían– pagar repuestos genuinos muy caros y optaban por el mercado de las piezas robadas. Un antiguo liquidador de seguros agrega que el mismo problema se detectó a fines de los 90, cuando los ladrones se cebaron en los Chevrolet Corsa y los Daewoo, tras la salida de la marca coreana del mercado nacional.


    El clon

    La segunda causa de los robos es la clonación. Tanto la policía como los aseguradores han detectado que las bandas compran vehículos chocados en remates y luego sustraen uno similar para desarmarlo y cambiar las piezas dañadas del auto adquirido en el remate. Así, lo venden con la documentación del robado.

    Es un negocio redondo: compran chatarra a menos de 500 mil pesos, pagan entre 500 mil y un millón por uno similar robado y luego lo venden como si fuera el que chocó, pero en su valor comercial: casi siempre, sobre los 5 millones.

    Eso es lo que se llama clonación. Y según los policías es uno de los casos más complejos de perseguir. Cada día aparecen nuevas técnicas de blanqueo que hacen más difícil seguir el rastro de una máquina o pesquisar su pedigrí.

    El fiscal de Pudahuel, Pablo Alonso, sabe harto de eso. En sus manos están varias causas al respecto. Según su experiencia, los delincuentes aprovechan todas las ventanas legales o tecnológicas existentes para perpetrar el delito. “La falta de un sistema de información en línea entre municipios es una de esas”, dice. Explica que últimamente se ha detectado que los delincuentes escanean los timbres de municipios y notarías para después imprimirlos en láminas transparentes, a las que les ponen tintan encima y luego estampan en documentos también falsificados, pero de apariencia real. La falsificación es tan buena que a simple vista resulta indetectable.

    Entre los autos incautados por el Servicio de Encargo y Búsqueda de Vehículos de Carabineros hay varios de esos casos. Personas que compraron autos usados creyendo que los papeles estaban al día, pero en realidad eran falsos y terminaron pasando el susto de sus vidas y perdiendo su inversión.

    La industria y el gobierno están esperanzados en que a contar de agosto esto cambie. El 16 de ese mes comienza a regir una norma consensuada con las casas de remate para condicionar la transferencia de la propiedad de ciertos modelos hasta que éstos sean reparados.

    Además, los carabineros están empezando a hacer controles en ruta a algunos de los modelos más robados. En su inspección, los uniformados piden abrir el capó para revisar algunas partes del vehículo, como el número del chasis, para detectar si su identidad ha sido adulterada.







    Pena ridícula

    En los dos últimos meses, Carabineros ha detenido a varias bandas, como la de Juan Carlos Rodríguez y de Carlos Hinostroza, el llamado “zar de las desarmadurías”, que proveía a talleres y locales de la calle 10 de Julio de piezas de autos que desarmaba en su propia parcela de Buin.

    Pero según Manuel Carvallo, gerente general de la empresa de servicios legales para vehículos Legaltec, el gran problema de que el robo no amaine es que hoy toda persona que es detenida manejando un auto robado, o vendiendo piezas o con una banda de clonación, “es formalizada y condenada por el delito de receptación (o sea, yo no lo robé, me lo pasaron y resultó que era robado); ello tiene una pena ridícula, por lo cual un aspecto clave es encarecer el costo para el delincuente”, sostiene.

    En eso está un proyecto de ley que el año pasado presentó el diputado DC Matías Walter. La iniciativa busca modificar el Código Penal, para aumentar las penas por estos delitos.

    Además, los aseguradores, en conjunto con los importadores, acordaron una serie de medidas, como la inclusión de sistemas antirrobos en los autos nuevos o el marcado de algunas piezas interiores del vehículo (como se hacía con los espejos). En eso ha sido clave un decreto del ministerio de Transportes y Telecomunicaciones que obligó a las importadoras a ingresar a contar de mediados de este año sólo vehículos que traigan instalados de fábrica –como tecnología de seguridad– sistemas inmovilizadores.

    En las comunas de mayor prevalencia del delito, como Santiago, Providencia y Puente Alto, se iniciaron campañas de publicidad y con los malls, por ejemplo, se logró el acceso a las cámaras para detectar robos.

    El subsecretario Lira destaca la implementación del sistema de reconocimiento de patentes robadas en autopistas urbanas y una serie de sistemas que funcionan en conexión directa y actualizada a la base de encargos de Carabineros.

    Las aseguradoras además rompieron su desconfianza y empezaron a compartir información sobre sus asegurados. Ahora existe una base de datos unificada respecto del tema.

    Camino a Bolivia

    La tercera vía es la “exportación” a Bolivia. En ese país la compra de vehículos robados es una práctica usual, debido a los altos precios de los coches nuevos y a los numerosos controles y restricciones existentes.

    Los vehículos “chilenos” más solicitados allá son los 4x4 y las camionetas doble cabina, sobre todo, porque se considera a los todo-terreno chilenos como máquinas premium: la mayoría ha sido usada sólo como automóvil para uso particular en las calles de Santiago y jamás en los suelos o climas difíciles para los que fueron construidos.

    Es tan buena la fama de los “autos chilenos”, como los llaman allá, que se pagan mejor que los robados en Brasil o en Paraguay. Un liquidador que estuvo en Oruro en busca de algunas 4x4 cuenta que, como símbolo de estatus, algunos bolivianos jamás retiren la patente chilena y sobreponen la placa boliviana.

    El año pasado La Paz dictó una ley de saneamiento legal para los vehículos indocumentados que permitió nacionalizar y regularizar esos autos; pero finalmente, tras varias negociaciones, accedió a devolverlos. Hoy esas máquinas siguen en el país vecino a la espera de que se suelten una serie de trabas burocráticas.

    En algunas compañías de seguros admiten que la recuperación será sólo una señal. Ir a buscarlos a la frontera es por lejos mucho más caro que haberlos buscado y pagado ya los siniestros. Pero lo harán de todas maneras, para demostrar su intención de que esto no pueda seguir así.

    El cowboy de la Santa Fe

    La cuarta causa de robo es la sustracción para otros delitos. Los delincuentes se llevan un auto para usarlo en el traslado de drogas u otras especies, huir de la policía o usarlo como medio de fuerza para robar tiendas mediante alunizaje o llevarse un cajero automático.

    Es por eso que los modelos Santa Fe y Tucson de Hyundai son ahora los autos más robados. En sus amplios espacios interiores cabe perfectamente un dispensador de dinero y la fuerza de sus motores les permite desanclarlos rápidamente del suelo tras amarrarlo. Es el método conocido como el cowboy. Hace un año, el auto más robado para eso era el Toyota Rav4, pero gracias a las nuevas medidas de seguridad de esa marca disminuyó la demanda delictual.

    Se espera que con la próxima aprobación de la ley que tipifica el robo a cajeros automáticos y aumenta sus penas, la sustracción de vehículos para este delito disminuya. El proyecto ya fue aprobado por la Cámara de Diputados.

    Según algunos aseguradores, al fin las importadoras están entendiendo la importancia de que sus marcas no sean percibidas como objetos de robo. Sobre todo, ahora que los consumidores están experimentado en carne propia la exigencia de sistemas de seguridad por parte de las compañías de seguros o el alza de éstos. Hay firmas que, por ejemplo, exigen alguna medida antirrobo como condición básica para entregar alguna cobertura a determinados modelos. Mal que mal, son cien autos diarios los que se roban en promedio en Chile.

    Fuente: Capital

    Terremoto en Indonesia: ¿por qué esta vez no se produjo una ola gigante?

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  • 12 abr 2012
  • José Almonacid Rojas
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  • El seísmo de 8,7 en la escala Richter y las posteriores réplicas que sacudieron este miércoles Indonesia causaron un muerto, cuatro heridos y daños menores en la zona más próxima al epicentro. Durante varias horas, las autoridades de Indonesia y el Centro de Alertas del Pacífico activaron la alerta por tsunami en dos ocasiones, aunque fueron levantados al no generar los seísmos ninguna ola gigante.

    Los temblores y las alarmas desataron el caos en Aceh, la región que sufrió los peores efectos del tsunami ocurrido en 2004, que mató a unas 230.000 personas de una docena de países bañados por las aguas del océano Índico. Las características del terremoto eran muy parecidas a las del anterior, la profundidad del epicentro fue de 33 kilómetros y estaba en una zona del océano cercana a la que se sacudió hace ocho años. Sin embargo, y por fortuna, la ola esta vez no llegó. 

    La primera diferencia, apuntan desde el servicio geológico de EE.UU. (USGS) está en la magnitud del seísmo. El de 2004 tuvo una intensidad de 9,1, el tercero más intenso del registro mundial, mientras que el del miércoles rondó los 8,7. 

    Pero la clave de que no se produjera un tsunami está en la zona donde se produjo el movimiento sísmico. En lugar de producirse en el borde de la placa tectónica, en la conocida como zona de subducción, donde una placa se introduce por debajo de la otra, el terremoto del pasado miércoles se produjo en mitad de la placa en lo que se conoce como "terremoto de desgarre". En este tipo de seísmo la sacudida produce un movimiento lateral del suelo oceánico en lugar de hacia arriba y hacia abajo, como ocurrió en 2004, de modo que no levanta el agua en un punto determinado y genera una ola gigante. 

    "Con un terremoto de desgarre no existe el mismo riesgo de tsunami que en uno de subducción", explica la geofísica Julie Dutton en OurAmazingPlanet, porque las placas se mueven una al lado de la otra. 

    El origen de los grandes tsunamis suele estar en terremotos de subducción, cuando una placa se hunde súbitamente bajo otra y provoca una elevación repentina y masiva del fondo oceánico. Una hora después del terremoto de este miércoles, y con todas las alarmas activadas, los servicios de alerta detectaron una ola de apenas 17 centímetros en la provincia de Banda Aceh. Horas después, el oleaje registrado en mitad del mar apenas alcanzó un metro y se dio por descartado el peligro.

    FUENTE: lainformacion.com

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